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Semos malos

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Salarrué Escritor Salvadoreño Goyo Cuestas y su cipote hicieron un arresto, y se jueron para Honduras con el fonógrafo. El viejo cargaba la caja en bandolera; el muchacho la bolsa de los discos y la trompa achaflanada, que tenía la forma de una gran campánula; flor de lata monstruosa que perjumaba con música. -Dicen quen Honduras abunda la plata. -Sí tata, y por ai no conocen el fonógrafo, dicen... -Apurá el paso, vos; ende que salimos de Metapán tres choya. -¡Ah!, es quel cincho me viene jodiendo el lomo. -¡Apechálo, siás bruto! Apiaban para sestear bajo los pinos chiflantes y odoríferos. Calentaban café con ocote. En el bosque de zunzas, las taltuzas comían sentaditas, en un silencio nervioso. Iban llegando al Chamelecón salvaje. Por dos veces bían visto el rastro de la culebra carretía, angostito como fuella de pial. Al sesteyo, mientras masticaban las tortillas y el queso de Santa Rosa, ponían un fostró. Tres días estuvieron andando en lodo, atascados hasta la rodilla. El chico llo

Vicio

por Rubén Merino En la pared había dos zancudos ahítos de sangre. Centímetros más abajo, entre las sábanas, yacían dos cuerpos exhaustos de amor.

La decisión

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Mauricio Vallejo Márquez -Si usted quiere podemos intentarlo –dijo el doctor. -Bueno, prefiero no intentarlo y morir –contestó el paciente. El doctor sacó un disco y lo mostró al paciente, mientras le explicaba que en poco tiempo sus pulmones estallarían y no quedaría nada de él. Después de oír su negro destino el hombre salió del consultorio ayudado por su impulsador, que cargaba con un respirador artificial. A la siguiente visita su estado era peor, su piel estaba pálida como el papel y lucía más delgado. Había perdido muchos cabellos. El doctor se mostró amable. Le ayudó a pasar y escuchó sus problemas. El enfermo estaba cada vez peor y había reconsiderado la oferta. Esa misma tarde lo llevaron al quirófano, el doctor y sus asistentes le explicaron la función de los nuevos pulmones artificiales. Luego se vieron entre ellos y esperaron que el doctor hablara. Cuando hubo silencio el médico le dijo que tendrían que cambiar otros órganos, pero que no se preocupara, que todo iba a salir