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Mostrando entradas de 2008

La historia le dará su lugar a Nelson Brizuela

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(Foto: Nelson Brizuela, a la espera de un poema) por Mauricio Vallejo Márquez Es verdad que la guerra nos arrebató a grandes hombres y mujeres. Entre ellos muchos artistas que dejaron casi toda su obra en alguna pluma o en sus mentes. Algunos pudieron legarnos hermosos versos que se mantienen ocultos a falta de buenas políticas editoriales, ese es el caso de Nelson Brizuela. Brizuela fue miembro de la Cebolla Púrpura junto a Jaime Suárez Quemaìn, Mauricio Vallejo (padre), Rigoberto Góngora y otros que con sus plumas sagaces no sólo parieron hermosos versos o prosas, sino también mordaces comentarios, sentidas opiniones acerca de las injusticias que se veían a diario en nuestro pequeño El Salvador tan lleno de odios e ignorancia. Nelson Brizuela nació el 24 de julio de 1955 en San Salvador, donde creció a lado de sus padres Lidia Erazo de Brizuela y Miguel Angel Brizuela (Q.E.D.). Desde muy joven demostró su intensa vena poética y musical, además de ser un excelente estudiante que bril

Jaime Suárez y la libertad de expresión

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Por Mauricio Vallejo Márquez Como lo hacia a diario, el poeta y periodista Jaime Suárez Quemaìn bebía café en Bella Nápoles, muy cerca de donde se encontraba la redacción de la Crónica, periódico del que él era el jefe de redacción. Acababa de darle un sorbo a su taza cuando el fotoperiodista César Najarro entró en el local y al ver a Suárez decidió ir a saludarlo. En ese momento entraron dos hombres, que acababan de salir de un taxi, se acercaron a los periodistas y uno se quedó tras Suárez y le tocó la espalda. Al levantarse Suárez el otro hombre le puso unas esposas, inmediatamente hicieron lo mismo con Najarro. Era la tarde del 11 de julio de 1980. El silencio reinó en el Café Bella Nápoles, así como sucedía en la mayoría de calles, casas y parques de El Salvador. El 12 de julio fueron encontrados ambos cuerpos en la entrada de Antiguo Cuscatlán. Ambos habían sido cruelmente torturados, Suárez había recibido varias cortadas con machete en la espalda, también le habían abierto el a

Monstruos

Mauricio Orellana Suárez Las mujeres han sido capaces de inventar muchos monstruos famosos. Todos son quizá los respectivos esposos, demonizados. P2ro, ¿les sale a ellos cuernos como a mí?

CHIPES AL SOL

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Mauricio Vallejo Dos chancletas todas chucas pie de hule y boca de pato estaban panza abajo de garrobos por el basural. -Vé que estamos uniformados. Le dijo una a la otra con risa de melcocha de niño de atocha.La carrazón pasaba echando el juelgo negro y poniendo las nalgas creídas. Les habían salido espinillas y sudaban pegajoso. Aquello ahí bien chipe. Sin sombra. -...Y yo, a dónde está Cristo -Mirá esas maliciosas. Unas señoras iban pata arrastrada con unas sus chanclas de cuero de chivo que no quería morir, al otro lado de la calle que tiene joroba y está dormida como niño. Los cipotes que venían de la escuela pasaron entre la basura del basural tirando patadas hasta desapartar a las dos mironas boca de pato. La diestra cayó patas arriba para ver el sol de astrónoma que no era. -Mirá que bichos -Si, vos. ¿Y yo no sé ni porqué estamos aquí? -¿No sabés? -No. -Nos guardaron y con encantamiento nos aparecieron en el campo. -¿Campo? No fregués, si hay van los carros. -Sí, pero aquí es e

RITUAL

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Mauricio Orellana Suárez "Usted papá, es el único que me comprende", se dice Julio en el decimoséptimo aniversario de la muerte de su padre, y enciende una vela.

SER DIOS

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Manuel Velasco Los primeros en oírlo fueron las personas que vivían en la montaña. Al principio era sólo un zumbido extraó. Después, un ruido hueco, como retumbo. Para cuando empezó a escucharse en la ciudad, el sonido -aire aspirado con un final agudo- ya se percibía con bastante claridad. Eran bostezos. Bostezos en el cielo. Y los medios de comunicación pronto confirmaron lo que se empezaba a temer: Dios se estaba quedando dormido. La conmoción en diversos sectores fue inmediata, aunque de reacción muy diversa. Al principio, líderes de diferentes religiones lo negaron con furia descomunal. Era inaceptable la idea de un Dios con sueño. Acusaron a "personas inescrupulosas" de la situación. Pero ante la contundente prueba -los bostezos podían escucharse a toda hora y en cualquier lugar del mundo-, no tuvieron más remedio que reconocerlo y empezaron a discutir entre ellos cuál era la religión que debía tomar el papel del Padre, pues era evidente que alguien tenía que hacerse ca

LOS LOCOS DE ABRIL

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Ricardo Lindo Abril es suave, con manos antiguas, con grandes sombreros de flores con estatuas. Abril es dulce y hasta hermosa, pese a sus dientes muy pequeños y separados, a sus párpados pálidos. Suele tener las manos manchadas de moho de sus cultivos. Los cultiva en grandes botes de cristal. Se llaman Alejo, Sergio y Eduardo. Alejo tiene una rosa en una jaula, a la cual dá lecciones para que sea lo más parecida posible a un canario, pues piensa que cuando la rosa cante le dará mucho dinero en el circo. Como la rosa suele ofrecer resistencia, Alejo saca su pistola y le dispara. Sergio es más romántico. Vive del recuerdo de una postal amarillenta de una mariposa disecada. Eduardo tiene una colección de ríos en una cajita de cerillas. Cree todas las mañanas en la existencia de Australia. Pero cuando llega el anochecer, y el cielo más azul que el licor de los nenúfares emborracha las ventanas de la casa, Abril cierra puertas, ventanas y resquicios, y apaga la luz. De este modo los mata c

LA AVENTURA

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A Magda Mario Hernandez - Aguirre “Que si nouns espérons , c´ est contre l´esperance”. Nicolas Pavillon , Obispo de Alet , en “Carta a Antonio Arnauld ”. Agosto 1664. Para encontrar el número colocar seis dados en el cubilete, y se lanzan de un solo golpe sobre la mesa. Si solamente se tiene un dado, se lanza seis veces seguidas. Pero se puede intentar la suerte en un número de cifras o de tiros superiores o inferiores a seis. El uso del cubilete no es absolutamente necesario ni indispensable. Se pueden usar dados de marfil, de yeso, de plomo, de hueso, de madera, de plástico, como se prefiera. Cualquiera que sea su color, peso, forma, brillo, precio, el resultado será siempre el mismo. Con la mano izquierda o con la mano derecha, se descuelga el teléfono y se marca sobre el disco el número obtenido. Ese número posiblemente no será el bueno, y en ese caso hay que volver a colocar el teléfono en su receptor. Posiblemente el error está en cualquier nerviosismo insignificante de la ma

¡Paren, señores, pareeeenn!

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Francisco Andrés Escobar Cuando tenía unos seis años, una prima casadera andaba en amores con un su pretendiente. Buena parte de la familia no lo quería: "Yo no sé qué le habrá visto esta a semejante vago. ¡Feyo, bolo y acabado… bonita vida la que le va a dar! Pero ella no se amilanaba. Descendiente de una colección de abuelas, madres, tías, matronas acostumbradas a hacer lo que su real gana les pidiera, había decidido noviar con el rechazado, a pesar de los torrentes de amenazas y críticas que se le desplomaran. Si había una fiesta, la prima se las arreglaba para que unas compañeras del colegio la fueran a buscar a la casa y, ante el compromiso del tumulto, nadie pudiera objetar la salida. Si había algún "turno", la prima ofrecía cooperación para que los organizadores le encomendaran las actividades más variadas. Si había algún velorio, la prima se ofrecía como primera rezadora o cantadora, y nadie era capaz de objetar el piadoso oficio. Si había alguna procesión de la

ADANIS Y EVANGELINA

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Iván Larreynaga Al fin se encontraron en el Café. Era la primera cita y con intenciones. Una en la que no se hablaría más de cómo había sucedido la tragedia y de cómo se sentía de las heridas. Ya no más conversaciones frías por teléfono. Ahora estaban frente a frente y los dos estaban preparados, desde el acuerdo de la cita, para cualquier cosa que ocurriera. - Me costó dar con este Café, usted. Pero la verdad está bonito, ¿cómo se lo halló? –interroga Evangelina mientras se agita la falda antes de sentarse y mira cada rincón del Café. - Pues, la verdad, vivo cerca de aquí y cuando lo abrieron no pude evitar venir a conocerlo. Y es que en el canto citadino se da cualquier rima y los modos de conocer a alguien de quien puedas interesarte van desde los más dulces hasta los más trágicos. Ellos se conocieron por una tragedia que, gracias a Dios y a Adanis, no pasó a más. Fue tan sólo un buen susto. Sucedió hace más de quince días en los alrededores del gimnasio donde entrena Adanis. Adanis

EL NEGOCIO

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Mauricio Vallejo Márquez Era una noche tranquila. Los árboles se dibujaban como diminutas sombras a la distancia. Los grillos le cantaban a la noche confundiendo su canto con la melodía del viento. En la casa, una vela iluminaba los cansados ojos de un anciano. A pesar de sus años tenía una apariencia de roble. Vestía una camisa café y un pantalón ocre. Su barba se iluminaba con majestad. Parecía, por momentos, que iba a arder junto a la llama de la vela. Sus manos parecían ser las de un oso y no las de un hombre. Parecía un vikingo, que meditaba frente a una vela. La noche avanzaba y el hombre no perdía la compostura a pesar de sus problemas, continuaba observando la ligera llama de la vela que se extinguía. Cuando dieron las tres de la mañana alguien tocó su puerta. El hombre giró su rostro, como si alguien tocara sobre su hombro. Se levantó de la mesa y observó la puerta. Era muy noche para que fuera un amigo. Seguramente se trataba de algún ladrón, en noches anteriores había recibi

EL ECLIPSE

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Rafael Francisco Góchez El primer contacto se confirmó a las 12:26 meridiano, como estaba previsto. En la televisión nada más se veía la uñita comiéndose al círculo claro, que se suponía era el sol. Los comentaristas, no hallando ya de qué hablar, aburrían al público con las recomendaciones anunciadas con escandalosa saturación publicitaria durante la semana previa al evento: no intente mirarlo directamente, no utilice vidrios ahumados ni lentes oscuros ni espejos, todo método de observación directa puede causar ceguera irreversible debido a los rayos infrarrojos y ultravioletas; esto -por supuesto- sin mencionar la extensa variedad de charlatanes que desfilaron por la pantalla chica vaticinando catástrofes hecatómbicas a raíz del fenómeno natural. A juzgar por el despliegue propagandístico, sin duda era el evento del siglo. Un eclipse total de sol no ocurre todos los días; es más: serán los hijos de los hijos de esta generación quienes podrán ver otro similar (siempre y cuando la cont

SUMMA THEOLOGICA

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Álvaro Menen Desleal (Cuestión LXV, Artículo XVIII) Si el ángel sufre molestias con los sputniks Dificultades: Parece que el ángel no sufre molestias con los sputniks ni con los cohetes espaciales. 1. El Aquinata prueba que, puesto que el ángel no es cuerpo, ergo angelus non est in loco: luego el ángel no está en su lugar. El sputnik y otros cuerpos espaciales lanzados por el hombre, ocupan un lugar en el espacio. Mas como ocupar sitio no puede convenir al ángel, puesto que su sustancia está exenta de cantidad, el ángel no sufre molestia alguna con el paso del sputnik. 2. El filósofo dice que el movimiento es acto imperfecto. Los sputniks y los cohetes espaciales se mueven a gran velocidad, sujetos al principio de que “cuanto más grande es la fuerza del motor y menor la resistencia del móvil, mayor es la velocidad del movimiento”. POR OTRA PARTE, Tomás dice que la virtud con que el ángel se mueve a sí mismo excede sin comparación a las fuerzas que se mueven a un cuerpo. Si, pues –agreg

TEORÍA PARA MORIR INÉDITO

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Ricardo Castrorrivas El médico dijo: “Señores: este gran hombre ha muerto de miedo. Su corazón no pudo soportar quién sabe qué terror desconocido…”. Y se marchó dejando estupefactos a los familiares de Lord Windsor, quienes se preguntaban: “¿Cómo es posible que Edward haya muerto de miedo?”. “Es inconcebible –decía Lady Withehouse-, él sabía de memoria los cuentos terribles de Poe y los relataba en noches de tormenta sin inmutarse”. “Cierto –apuntaba Sir Wellwe-, precisamente él fue quien un martes trece, a medianoche, me invitó al cementerio para leer poemas, alumbrados por una vela que había traído de Haití”. “Ciertísimo –reafirmaba Lady Windsor-. Y es por eso que no puedo creer que haya muerto de miedo. El mismo instaló en la mansión de Lancaster los artefactos diabólicos que hacía funcionar cuanto teníamos de visita a las histéricas hijas de Lord Winston…”. “Sí, cierto –afirmaban una vez más todos los presentes-, Edward era valiente; de eso no debe cabernos ninguna duda… Jamás cono

LA CIUDAD Y UN FÓSFORO

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Ricardo Lindo En un punto del desierto hay una ciudad de espejos. Los espejos son tan pequeños y están distribuidos de tal modo, que basta encender un fósforo para que la ciudad resulte profusamente iluminada. La noche más oscura desaparece bajo el poder de un fósforo. Hay caravanas enteras enceguecidas al encontrar la ciudad a pleno sol. Caminaron al azar, tanto más tenebrosas por dentro cuanto mayor era la claridad a su alrededor, hasta ser devoradas por las mudas extensiones de arena. Esta ciudad es un cuento.

LA LLAVE DE USULUTÁN

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T.P. Mechín Aquella fue una marcha triunfal! Baste saber que se trataba de un viaje presidencial… ¡Cómo aman estos pueblos a sus presidentes! Lo que voy a referir ocurría el año de gracia de 1912. El doctor Araujo , con lucido acompañamiento se trasladaba a San Miguel, a fin de inaugurar por la tercera o cuarta vez el famosísimo ferrocarril de La Unión. (Como cada pedazo de esa vía… CRUCIS nos cuesta un ojo de la cara, nos gastamos el otro en inaugurarlo cada cinco años. Ciegos ya, de nada nos damos cuenta y… ¡a vivir!). Yo iba en mi calidad de Subsecretario de Fomento, con la altísima misión de pronunciar “el discurso oficial”. El aprieto era grande. Mis dotes como orador son negativas, que ya las había tanteado en la fiesta de la entrega de los despachos, al terminar mi carrera el año 97, allá en la capital de Alcarria, cuando contesté conmovido las frases especiales que amabilísimo me dedicó el coronel a guisa de último adiós. A trompicones solté unos cuantos períodos deshilvanado

FIJACIÓN

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José Luis Ayala García Emigró cuando tenía veinticinco años, pero nunca pudo vivir lejos de Santa Anita. Llevaba en su mente regresiva el olor a aserrín con cerveza de los salones, las puteadas de los hombres en las esquinas, las camisetas agujereadas de los vendedores en la tienda, el trepidar de las motocicletas, las excursiones a Los Blancos, el olor a fierro y pintura de los talleres de mecánica, las noches en los billares, los amores furtivos y apurados entre los breñales, las trifulcas de los sábados, el olor a diablo que traía el viento desde las coheterías, la difamación de las señoras casadas, el sabor de los helados siberianos, la fetidez de los dedos de los peluqueros, las canciones del trío Los Ases, el alquitrán de los postes de alumbrado público, las discusiones pueriles y soeces de las viejas en los mesones, las fiestas encantadoras y bayuncas, los rezos al Corazón de Jesús, los bíceps de muchachos narcisistas y los pasos de cha cha chá. Era un amor pérfido y resistente

DEL INFIERNO O DEL CIELO

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A Christiane, la pequeña hechicera rubia de Lausanne Mario Hernández-Aguirre En Verbel, diminuta ciudad llena de ruinas que se levanta con su curiosa arquitectura a orillas del Infipar, vivía un hombre en un viejo caserón, construido sobre la ladera que domina el camino. Como todo el resto de los vecinos, era un hombre absolutamente normal: cumplidor de sus deberes, observador de las jerarquías, y, tal vez, un poco misántropo. Silencioso. Durante el verano, cuando las aguas del río corren más límpidas y el sol dora los sembrados, murió Dionisia. La mujer que amaba. Se le vio entonces abandonarse a largos paseos a la orilla del río. Le precedía su hermoso perro blanco que moviendo la cola, lo esperaba a la sombra de los árboles. Los campesinos se acostumbraron a encontrarlo a las más altas horas de la noche, con una oscura y delgada capa protegiéndose de los vientos invernales; y, para todos los caminantes nocturnos no era ninguna sorpresa contemplar la ventana iluminada en la cima de l

LA FAMA

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Edgardo Alfonso Montoya Siempre lo había ansiado. Desde pequeño soñaba con llegar a ser tan famoso en cualquier arte de la vida; tan famoso que las personas de su pueblo tendrían que saludarlo con la sonrisa en la mano; tan famoso que a su regreso al pueblo tendrían que ir a recibirlo las autoridades civiles, eclesiásticas, etc. Aquel día partió hacia la capital en busca de la fama. Dejar el pueblo era para él dejar el pasado, abandonar la quietud a que se vio sometido por la tristeza imperante en la comarca. Abordó la única camioneta que llegaba hasta ahí una vez por mes en recorrido, y partió, perdiéndose entre el ruido producido por la madera vieja y crujiente de la camioneta… El cura, el alcalde del pueblo, el comandante militar, personas cultas que lo apreciaron mucho y la mayor parte de los habitantes del pueblo se encaminaron a la entrada del pueblo para recibirlo aquella tarde que volvía. También iba la pequeña banda de músicos. Los alumnos de la única escuela que había en la

LA PETACA

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Salarrué Era pálida como la hoja-mariposa; bonita y triste como la virgen de palo que hace con las manos el bendito; sus ojos eran como dos grandes lágrimas congeladas; su boca, como no se había hecho para el beso, no tenía labios, era una boca para llorar; sobre los hombros cargaba una joroba que terminaba en punto. La llamaban la peche María. En el rancho eran cuatro: Tules, el tata; la Chón su mama, y el robusto hermano Lencho. Siempre María estaba un grado abajo de los suyos. Cuando todos estaban serios, ella estaba llorando; cuando todos sonreían, ella estaba seria; cuando todos reían, ella sonreía; no rió nunca. Servía para buscar huevos, para lavar trastes, para hacer rir ... -¡Quitá diay, si no querés que te raje la petaca! -¡Peche, vos quizás sos lhija el cerro! Tules decía: -Esta indizuela no es feya; en veces mentran ganas de volarle la petaca, ¡diún corvazo! Ella lo miraba y pasaba de uno a otro rincón, doblada de lado la cabecita, meciendo su cuerpecito endeble, como si se

A Lilo Cabrero lo vieron tristón

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Mauricio Vallejo Lilo Cabrero estaba sentado en un andén। Pero Lilo vendía chicles y cantaba para no aburrirse, para no ser triste. -Esta sentado /San Pedro en el sol/ con el calzón roto… Y una seño que mirusqueaba por la ventana arreglándose los ganchos sandinos, con tal de dejarse ver por la cuadra fue a platicarle. Lilo calló. -¿Qué te pasa niño? ¿Y tu mamá? ¿Por qué andás así por aquí todo triste? Lilo miró para el cielo que casi se le tiraba, y ahí vio la cara de la señorita que estaba chula y huelía a perfume. Bajó los ojos y se puso a darle vuelta a una cajuela. -¿Niño?¡Ay Dios que le sacaba platica! Lilo era recontramudo con la gente que se le ponía de muy así estirad y llorosa, aún creía en el derecho que es derecho, pero esta señora se veía alegre y como en la alegría no hay limítrofes de calzón ¡Chas! Que sonrie y suelta la cajuela. -¿Y tu mamá? -Allá en la casa. -Vení te voy a dar una espumilla. Lilo Cabrero se paró con la mano de la señorita en su hombro y se compuso una